Siempre pensamos que la vida está de nuestro lado. Que tenemos tiempo. Que los problemas de salud, los accidentes o las pérdidas eran cosas que les pasaban a los demás. Yo me sentía fuerte, joven, con energía de sobra y planes infinitos. Hasta que un día, todo cambió.
Recuerdo perfecto esa mañana. Era un domingo cualquiera, de esos en los que vas a casa de los abuelos a desayunar para que vean a los nietos. El teléfono sonó, contesté sin darle importancia… y la voz al otro lado me dejó helado: un amigo cercano había sufrido un infarto jugando tenis. Tenía casi mi misma edad, y de pronto estaba luchando por su vida en un hospital.
Lo primero que pensé fue: “eso no me puede pasar a mí”. Pero mientras lo decía, me cayó la realidad encima: sí puede, y a cualquiera, en cualquier momento.
De golpe entendí que no soy inmortal. Que la vida no da garantías, que todo puede cambiar en segundos y que lo único que de verdad tenemos es el hoy.
Ver a la familia de mi amigo pasar por esa situación fue lo que más me marcó. No era solo el miedo y la tristeza de no saber qué iba a pasar con él, era también la incertidumbre económica, las cuentas del hospital, la preocupación de cómo seguir adelante si él no regresaba a casa.
Me dolió aceptar que yo tampoco estaba preparado. Que mi familia, también quedaría vulnerable si algo me sucediera.
Y fue ahí donde entendí algo muy simple pero poderoso: la vida no se trata solo de vivirla al máximo, también de asegurar que, pase lo que pase, los que dependen de ti estén bien.
No, no somos inmortales. No podemos controlar cada giro del destino. Pero sí podemos decidir qué huella dejamos y cómo cuidamos a los nuestros, incluso si un día no estamos.
Esa experiencia me abrió los ojos. Dejé de posponer decisiones importantes. Me hizo valorar cada momento, cada abrazo, cada “te quiero”, pero también me hizo actuar para darle a mi familia algo más que recuerdos: tranquilidad y respaldo.
Tal vez tú también sientas que tienes todo el tiempo del mundo. Yo también lo creía. Pero si algo aprendí es que la vida cambia en un parpadeo. Y cuando eso pasa, lo único que importa es qué tan preparado estabas para proteger lo que más amas.
A veces lo único que necesitamos es hablar con alguien que nos ayude a poner en orden nuestras ideas y a tomar decisiones a tiempo. Si quieres conocer cómo puedes blindar el futuro de tu familia y darles seguridad incluso en tu ausencia, te invito a descubrir los planes que pueden ayudarte a hacerlo.